jueves, 17 de febrero de 2011

¿Qué es la enfermedad de la membrana hialina?
La enfermedad de la membrana hialina (su sigla en inglés es HMD), también conocida como el síndrome de dificultad respiratoria (su sigla en inglés es RDS), es uno de los problemas más comunes de los prematuros. Es posible que los bebés que padecen esta enfermedad requieran oxígeno adicional y ayuda para respirar. La evolución de la enfermedad de la membrana hialina depende del tamaño y la edad gestacional del bebé, la gravedad de la enfermedad, la presencia de infección, el hecho de que el niño padezca o no ductus arterioso permeable (un trastorno cardíaco) y el hecho de que el niño necesite o no un respirador mecánico. La HMD generalmente empeora durante las primeras 48 a 72 horas, pero luego mejora con el tratamiento.
Esta enfermedad afecta a 1% de los nacimientos y una de las principales causas de muerte en infantes prematuros.[2] Su incidencia disminuye a medida que se avanza en la edad gestacional, cercana al 50% a las 26-28 semanas, y 25% a las 30-31 semanas. Además de una corta edad gestacional, el trastorno tiene un riesgo mayor de aparecer en hijos de madres diabéticas.[1]
¿Cuáles son las causas de la HMD?
La HMD se presenta cuando no existe la cantidad suficiente de una sustancia llamada surfactante en los pulmones. Esta sustancia es producida por las células en las vías respiratorias y consiste en fosfolípidos y proteínas. La producción comienza en el feto entre las semanas 24 y 28 de embarazo, aproximadamente, y se puede detectar en el líquido amniótico entre las semanas 28 y 32. Alrededor de las 35 semanas de gestación, la mayoría de los bebés ya desarrolló una cantidad apropiada de surfactante.
Normalmente, esta sustancia se libera en los tejidos pulmonares, donde ayuda a disminuir la tensión de la superficie de las vías respiratorias y, de esta manera, contribuye a mantener los alvéolos de los pulmones (sacos de aire) abiertos. Cuando la cantidad de surfactante no es suficiente, los diminutos alvéolos colapsan tras cada respiración. Cuando esto sucede, las células dañadas se almacenan en las vías respiratorias y afectan más todavía la capacidad respiratoria. Estas células se denominan membranas hialinas. El bebé se esfuerza cada vez más para respirar y trata de volver a insuflar las vías respiratorias destruidas.
A medida que disminuye la función pulmonar, el bebé inspira una menor cantidad de oxígeno y una mayor cantidad de dióxido de carbono se acumula en la sangre, lo que suele ocasionar el aumento del ácido en la sangre, un trastorno llamado acidosis, que puede afectar otros órganos corporales. Sin tratamiento, el bebé se agota al tratar de respirar y, finalmente, deja de hacerlo. Es en estos casos cuando debe recurrirse al uso de un respirador mecánico.
¿A quiénes afecta la HMD?
La enfermedad de la membrana hialina (su sigla en inglés es HMD) afecta a más de la mitad de los bebés que nacen antes de las 28 semanas de gestación, pero sólo a menos de un tercio de los que nacen entre las semanas 32 y 36. Algunos bebés prematuros desarrollan enfermedad de membrana hialina grave y requieren un respirador mecánico (respirador artificial). Cuanto más prematuro es el bebé, mayor es el riesgo y más grave la HMD.
Aunque la mayoría de los bebés con HMD son prematuros, existen otros factores que pueden influir sobre las posibilidades del desarrollo de la enfermedad, entre los que se incluyen los siguientes:
  • bebés caucásicos o varones
  • nacimiento previo de un bebé con HMD
  • parto por cesárea
  • asfixia perinatal
  • estrés por el frío (un trastorno que impide la producción de surfactante)
  • infección perinatal
  • nacimientos múltiples (los bebés de nacimientos múltiples suelen ser prematuros)
  • bebés de madres diabéticas (el exceso de insulina en el sistema del bebé debido a la diabetes materna puede demorar la producción de surfactante)
  • bebés con ductus arterioso permeable
¿Cuáles son los síntomas de la HMD?
A continuación se enumeran los síntomas más comunes de la HMD. Sin embargo, cada bebé puede experimentarlos de una forma diferente. Los síntomas pueden incluir:
  • dificultad respiratoria al nacer que empeora progresivamente
  • cianosis (color azulado de la piel)
  • ensanchamiento de las fosas nasales
  • taquipnea (respiración rápida)
  • sonido ronco al respirar
  • retracciones torácicas (las costillas y el esternón se retraen durante la respiración)
Generalmente, los síntomas de la HMD alcanzan su punto máximo al tercer día y pueden desaparecer rápidamente cuando el bebé comienza la diuresis (eliminación de la cantidad excesiva de agua en la orina) y necesita progresivamente menos oxígeno y menos ayuda del respirador mecánico para respirar.
Los síntomas de la HMD pueden parecerse a los de otros trastornos o problemas médicos. Siempre consulte al médico de su bebé para obtener un diagnóstico.
¿Cómo se diagnostica la HMD?
Generalmente, la HMD se diagnostica mediante una combinación de estudios, entre los que se incluyen los siguientes:
  • aspecto, color y esfuerzo para respirar (determinan la necesidad de oxígeno del niño)
  • radiografía torácica de pulmones - a menudo indica un aspecto de "vidrio esmerilado" llamado patrón reticulogranular. Las radiografías son energía electromagnética utilizada para registrar imágenes de los huesos y los órganos internos en una placa radiográfica.
  • gasometría arterial (estudio para analizar la cantidad de oxígeno, dióxido de carbono y ácido presente en la sangre) - generalmente indica una disminución del oxígeno y un aumento del dióxido de carbono.
  • ecocardiografía (su sigla en inglés es EKG) - a veces se utiliza para descartar problemas cardíacos que pueden ocasionar síntomas similares a la HMD. Es un examen que registra la actividad eléctrica del corazón, muestra ritmos anormales (arritmias o disritmias) y detecta los daños del músculo cardíaco.
Tratamiento para la HMD:
El tratamiento específico para la HMD será determinado por el médico de su bebé basándose en lo siguiente:
·         la edad gestacional de su bebé, su estado general de salud y los antecedentes médicos
 
·         la gravedad del trastorno
 
·         la tolerancia de su bebé a determinados medicamentos, procedimientos o terapias
 
·         las expectativas para la evolución del trastorno
 
·         su opinión o preferencia
El tratamiento para la HMD puede incluir:
  • colocación de un tubo endotraqueal (su sigla en inglés es ET) en el conducto de aire del bebé
  • respirador mecánico (para cumplir la función respiratoria por el bebé)
  • oxígeno suplementario (cantidades adicionales de oxígeno)
  • presión positiva continua de la vías respiratorias (su sigla en inglés es CPAP) - respirador mecánico que aporta un flujo continuo de aire u oxígeno a las vías respiratorias para mantener abiertos los diminutos pasajes aéreos en los pulmones
  • reemplazo del surfactante con surfactante adicional - se logra la mayor eficacia si se comienza a realizar durante las primeras seis horas posteriores al nacimiento. El reemplazo del surfactante demostró ser eficaz para reducir la gravedad de la HMD. El suministro de esta sustancia es un tratamiento profiláctico (preventivo) para algunos bebés de muy alto riesgo a causa de la HMD, mientras que para otros, se utiliza como un método de "rescate". La droga es un polvo que se mezcla con agua esterilizada y luego se administra, generalmente en varias dosis, a través del tubo ET (tubo respiratorio).
  • medicamentos (sedantes y paliativos para los bebés durante el tratamiento)
Prevención de la HMD:
El método más efectivo de prevenir la HMD es intentar evitar el parto prematuro. Se ha comprobado que cuando es imposible prevenir un nacimiento prematuro, la administración de medicamentos llamados corticosteroides a la madre antes del parto reduce significativamente el riesgo y la gravedad de la HMD en el bebé. Generalmente, estos esteroides se administran entre las semanas 24 y 34 de gestación a las mujeres con riesgo de tener un parto prematuro.

Enfermedad pulmonar

Una enfermedad pulmonar o neumopatía es cualquier enfermedad o trastorno que ocurre en los pulmones o que hace que éstos no trabajen apropiadamente. Existen tres tipos principales de enfermedad pulmonar:
  1. Enfermedades de las vías respiratorias: estas enfermedades afectan los conductos (vías aéreas o respiratorias) que llevan oxígeno y otros gases hacia y fuera de los pulmones. Estas enfermedades causan un estrechamiento u obstrucción de las vías respiratorias y abarcan asma, enfisema y bronquitis crónica. Las personas con enfermedades de las vías respiratorias algunas veces describen la sensación como "tratar de exhalar a través de una pajilla".
2.    Enfermedades del tejido pulmonar: estas enfermedades afectan la estructura del tejido pulmonar. La cicatrización o la inflamación del tejido hace que los pulmones no se puedan expandir totalmente ("enfermedad pulmonar restrictiva"). También hace que los pulmones sean menos capaces de captar oxígeno (oxigenación) y liberar dióxido de carbono. La fibrosis pulmonar y la sarcoidosis son ejemplos de enfermedades del tejido pulmonar. Las personas algunas veces describen la sensación como "llevar puesto un suéter o un chaleco demasiado apretado" que no les permite tomar una respiración profunda.
3.    Enfermedades de la circulación pulmonar: estas enfermedades afectan los vasos sanguíneos en los pulmones. Son causadas por coagulación, cicatrización o inflamación de dichos vasos. Estas enfermedades afectan la capacidad de los pulmones para captar oxígeno y liberar dióxido de carbono e igualmente pueden afectar la función cardíaca.
Enfermedades de los pulmones
Otros nombres: Enfermedades pulmonares
Cuando respira, los pulmones toman el oxígeno del aire y lo llevan al torrente sanguíneo. Las células de su cuerpo necesitan oxígeno para funcionar y crecer. Durante un día normal usted respira aproximadamente 25,000 veces. Las personas con enfermedades pulmonares tienen dificultad para respirar. Millones de personas en los Estados Unidos tienen enfermedades pulmonares. Si se reunieran todos los tipos de enfermedades del pulmón conformarían la tercera causa de muerte en los Estados Unidos.
El término enfermedad pulmonar se refiere a muchos trastornos que afectan los pulmones, tales como asma, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, infecciones como gripe, neumonía y tuberculosis, cáncer de pulmón y muchos otros problemas respiratorios.


Asma
El asma es una enfermedad crónica que afecta las vías respiratorias. Las vías respiratorias son tubos que trasladan el aire hacia dentro y fuera de los pulmones. Si padece de asma, las paredes internas de sus vías respiratorias se sensibilizan y se hinchan. Eso las hace muy sensibles y pueden reaccionar fuertemente a aquellas cosas a las que usted es alérgico o encuentra irritantes. Cuando las vías respiratorias reaccionan, se estrechan y los pulmones reciben menos aire. Esto puede causar respiración con silbido, tos, rigidez torácica y dificultades para respirar, especialmente temprano en la mañana o por la noche.
Cuando los síntomas del asma empeoran, se produce una crisis de asma. En una crisis severa, las vías respiratorias pueden cerrarse tanto que los órganos vitales no reciben suficiente oxígeno. En esos casos, la crisis asmática puede provocar la muerte.
El asma se trata con dos tipos de medicinas: medicinas para el alivio rápido o la detención de síntomas y medicinas para el control a largo plazo o la prevención de síntomas.


Enfermedad de obstrucción pulmonar crónica
Otros nombres: EOPC, EPOC
La enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) dificulta la respiración. La tos, acompañada de expectoración, suele ser el primer signo de EPOC. La bronquitis crónica y el enfisema son EPOC comunes.
Las vías respiratorias se ramifican dentro de los pulmones como un árbol al revés. En el extremo de cada rama hay pequeñas bolsas de aire parecidas a un globo. En las personas sanas, tanto las vías respiratorias como los sacos de aire son extensibles y elásticos. Cuando inhala, las bolsitas de aire se llenan como si fueran pequeños globos. El globo se desinfla al exhalar. En la EPOC, las vías respiratorias y las bolsitas de aire pierden su forma y se hacen flexibles, como un elástico estirado.
El fumar cigarrillos es la causa más común de EPOC. La respiración de otros tipos de irritantes, como la contaminación, el polvo o sustancias químicas, también puede causar o contribuir con la EPOC. Dejar de fumar es la mejor forma para evitar la aparición de una EPOC.
El tratamiento puede hacerlo sentirse más cómodo, pero no existe una cura.

Gripe
Otros nombres: Influenza, Trancazo
La gripe es una infección respiratoria causada por cierto número de virus. El virus se transmite por el aire e ingresa al organismo a través de la nariz o la boca. Entre el 5 y 20 por ciento de las personas en los Estados Unidos tiene gripe todos los años. La gripe puede ser grave, incluso mortal, entre los ancianos, recién nacidos y personas con ciertas enfermedades crónicas.
Los síntomas de la gripe aparecen súbitamente y son peores que los del resfrío común. Pueden incluir:
  • Dolores en el cuerpo y los músculos
  • Escalofríos
  • Tos
  • Fiebre
  • Dolor de cabeza
  • Dolor de garganta
¿Es un resfrío una gripe? Los resfríos raramente causan fiebre o dolores de cabeza. La gripe casi nunca provoca malestar estomacal. La "gripe estomacal" no es realmente gripe sino una gastroenteritis.
La principal forma de evitar que se contagie la gripe es aplicarse una vacuna anual. Si tiene gripe, el médico puede recetarle una medicina que lo ayude a combatir la infección y disminuir los síntomas.
Neumonía
La neumonía es una inflamación del pulmón, causada generalmente por una infección. Tres causas comunes son bacterias, virus y hongos. También puede contagiarse con neumonía por la inhalación accidental de un líquido o una sustancia química. Las personas con mayor riesgo son las mayores de 65 años o menores de 2 años, o aquellas personas que tienen otros problemas con la salud.
Si padece de neumonía, quizá pudiera tener dificultades para respirar, y tener tos y fiebre. El exámen físico y la historia clínica pueden ser de ayuda para determinar si padece de neumonía. La radiografía del tórax y los análisis de sangre también pueden ser de ayuda para determinar qué mal está padeciendo. El tratamiento depende de la causa de la enfermedad. Si es a causa de las bacterias, los antibióticos podrán serle de ayuda. La neumonía viral puede mejorar con el reposo y bebiendo líquidos.
Prevenir la neumonía siempre es mejor que tratarla. Las mejores medidas preventivas incluyen el lavado frecuente de las manos, no fumar y usar una mascarilla al limpiar áreas con polvo o moho. Existe una vacuna para la neumonía neumocóccica, una infección bacteriana responsable de hasta una cuarta parte de todas las neumonías.



Tuberculosis

Otros nombres: TB
La tuberculosis (TB) es una infección bacteriana causada por un gérmen llamado Mycobacterium tuberculosis. La bacteria suele atacar los pulmones, pero puede también dañar otras partes del cuerpo. La TB se disemina a través del aire, cuando una persona con TB pulmonar tose, estornuda o habla. Si ha estado expuesto debería consultar a un médico para someterse a los exámenes. Hay más probabilidades de que usted se contagie con TB si tiene un sistema inmunológico debilitado.
Los síntomas de la TB pulmonar pueden incluir:
  • Tos severa que dure 3 semanas o más
  • Bajar de peso
  • Toser y escupir sangre o mucosidad
  • Debilidad o fatiga
  • Fiebre y escalofríos
  • Sudores nocturnos
Si no se trata adecuadamente, la TB puede ser mortal. Por lo general la TB activa puede curarse con varios medicamentos durante un período largo de tiempo. Las personas con TB latente pueden tomar medicamentos para no desarrollar TB activa.
 


Cáncer de pulmón

Otros nombres: Carcinoma broncopulmonar
El cáncer de pulmón es uno de los cánceres más comunes en el mundo. Es la principal causa de muerte por cáncer entre los hombres y las mujeres en los Estados Unidos. El fumar cigarrillos causa la mayoría de los cánceres de pulmón. A mayor cantidad de cigarrillos diarios que fume al día y cuanto más joven se comienza a fumar, mayor será el riesgo de desarrollar un cáncer de pulmón. La exposición a altos niveles de contaminación, radiación y asbesto también puede aumentar el riesgo.
Los síntomas comunes del cáncer de pulmón incluyen:
  • Una tos que no desaparece y empeora con el tiempo
  • Dolor constante en el pecho
  • Tos con expectoración con sangre
  • Falta de aire, silbidos al respirar o ronquera
  • Problemas repetidos por neumonía o bronquitis
  • Inflamación del cuello y la cara
  • Pérdida del apetito o pérdida de peso
  • Fatiga
Existen muchos tipos de cáncer de pulmón. Cada uno de ellos crece y se disemina de un modo distinto y se trata de una forma diferente. El tratamiento también depende del estadio o de qué tan avanzado se encuentre. El tratamiento puede incluir quimioterapia, radiación y cirugía.






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